"La familia y la escuela ya no son instituciones de formación y educación sino entornos de aprendizaje. [...] Por tanto, entendemos nuestra posición como educadores o profesores en relación a un entorno de aprendizaje de estas características: la creación de un entorno de aprendizaje (potente) y la facilitación y apoyo de procesos de aprendizaje en él. Todo esto no remite simplemente a un nuevo uso de las palabras, sino que indica una nueva organización del tiempo y del espacio, una experiencia nueva del tiempo y del espacio."Marteen Simons en "Sobre los niños". En: Mensajes e-ducativos desde tierra de nadie, compilación de Jan Maaschelein y Marteen Simons.
Un espacio para compartir ideas y reflexiones... Para generar posibilidades... Para explorar, descubrir y crecer... Para acercarnos y juntos llevar más lejos nuestra apasionante labor educativa...
lunes, 15 de septiembre de 2008
Nuevas formas
viernes, 5 de septiembre de 2008
Finlandia
Andrés Oppenheimer publica hoy en su columna de Reforma un texto titulado "Finlandia, un ejemplo para Latinoamérica." En él, Oppenheimer se pregunta por la clave del éxito finlandés, por todos conocido. La respuesta se ha hecho, también, muy conocida. Con ánimo de insistir en un tema que considero esencial, reproduzco aquí la primera parte del texto.
Al igual que otros muchos periodistas extranjeros, hice mi peregrinación a Finlandia para averiguar cómo hizo este país para trepar a los primeros puestos de los más importantes rankings internacionales que evalúan el éxito social, económico y político de las nacionesLa respuesta, me enteré, es sorprendentemente simple.Empecemos por los datos concretos. Finlandia ocupa el primer puesto entre 179 países en el índice anual de Transparencia Internacional sobre las naciones menos corruptas del mundo (Estados Unidos ocupa el puesto número 20); también está en el primer puesto en el ranking de los países más democráticos del mundo de Freedom House (Estados Unidos esta en el puesto número 15); figura en el primer puesto en los exámenes internacionales de ciencia realizados por estudiantes de 15 años (Estados Unidos está en el número 29), y está entre las 10 economías más competitivas del mundo según el Foro Económico Mundial (Estados Unidos encabezó esa lista este año).Un país pequeño, con sólo 5.3 millones de habitantes, que hace apenas dos décadas era el más pobre del norte europeo, Finlandia también puede jactarse de ser la sede de la empresa de celulares más grande del mundo -Nokia- y de tener las empresas papeleras y de pulpa más innovadoras del planeta.El éxito finlandés ha provocado curiosidad en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica, donde la mayoría de los países aún no han hecho la transición de ser exclusivamente exportadores de materias primas a convertirse en productores de productos de alta tecnología, que se venden por precios mucho más altos en los mercados mundiales.¿Cómo lo hicieron?, le pregunté a la Presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, en una extensa entrevista."Puedo resumirlo en tres palabras: educación, educación y educación", respondió.En las últimas décadas, Finlandia invirtió más que casi todos los otros países en la creación de un sistema educativo gratuito. Eso le permitió al país pasar de ser una economía agraria, basada en la industria maderera, a tener una industria de tecnología de avanzada, agregó.¿Y cuál es el secreto de su sistema educativo?, le pregunté.Entre otras cosas, el excelente nivel de capacitación de los maestros de escuela primaria, dijo ella."Tenemos una larga fila de expertos internacionales que están haciendo cola frente a las puertas de nuestro Ministerio de Educación para ver qué pueden aprender de nuestro sistema", dijo Halonen. "Lo que les cuesta creer es que la respuesta sea tan simple como tener buenos maestros".Por lo que vi durante mi vista de cinco días a Finlandia, los maestros están relativamente bien pagos y gozan de gran respeto social en este país.Es necesario tener al menos una maestría para enseñar en la escuela primaria, y una licenciatura para enseñar en el jardín de niños. Sólo uno de cada diez postulantes es admitido en la carrera universitaria de Educación.
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