domingo, 29 de abril de 2018

Primero los mexicanos no es lo mismo que Mexicanos Primero

Hace por lo menos seis años que Mexicanos Primero, organización fundada por Claudio X. González, marca la agenda en materia educativa en este país. En aquellos días, el documental De Panzazo (2012) colocó en el centro de debate controvertidas aristas de nuestro enmarañado sistema educativo, preparando el terreno para el golpe mediático que significó la detención de Elba Esther Gordillo al año siguiente y para la puesta en marcha de la tan manoseada “reforma educativa” de este sexenio. Hoy, Mexicanos Primero sigue operando en favor de su propia agenda, presentándose como la voz de los niños, de los maestros serios, de los que se preocupan realmente por la educación. Ante ese afán de presentarse como “representantes de la sociedad civil” (perdón, ¿quién los eligió para representarnos?), cuestionar a Mexicanos Primero se interpreta como un auténtico ataque a la educación. Por eso tantos celebran el desafortunado spot que lanzaron en estos días representando, según las palabras de la propia organización, “los sueños de los niños, no de los políticos”. Pero, claro, no nos presentan a niños compartiendo sus sueños, nos muestran a cinco niños interpretando una parodia de los aspirantes presidenciales, con un guion escrito por estrategias políticos. Cuando solo uno de los cinco candidatos ha manifestado abiertamente su rechazo a la Reforma Educativa, es evidente que el spot tiene una finalidad. ¿O de verdad somos tan ciegos? Claro que no. Por eso quienes se oponen al Peje lo celebran y sus seguidores lo repudian. Algunos, que no nos consideramos ni lo uno ni lo otro, intentamos leerlo de manera más crítica. ¿De verdad se vale intervenir así en la campaña? Quizás. Pero si Mexicanos Primero quiere ser parte de la campaña, debería hacerlo abiertamente, no manipulando con mensajes cursis que poco abonan a la incipiente deliberación democrática de nuestro país. Muchos temas podríamos debatir sobre el spot: la utilización burda de niños en campañas políticas, la desinformación existente en torno a la “reforma” educativa, los estereotipos que reproduce, la banalidad que promueve y que enrarece nuestro proceso electoral... Pero hay un tema del que se habla poco y que no debería dejarse de lado: el interés que mueve a Mexicanos Primero. Lo apunté (quizá no con suficiente claridad) cuando reseñé la película De Panzazo hace seis años: en estos temas es fundamental seguir la pista del dinero. Para mí, cada vez es más claro que en la agenda de Mexicanos Primero está impulsar un modelo de escuela concertada para México, un modelo que permitiría al Estado poner la operación de centros originalmente públicos en manos de particulares. El modelo exacto que Claudio X. González busca todavía no lo tengo del todo claro, pero su gente cabildea esto desde hace tiempo en algunos sectores y en tiempos recientes con más fuerza. Por lo pronto, el informe más reciente de Mexicanos Primero -publicado a inicios de 2018 y titulado La Escuela que queremos (sí, me queda claro que es la escuela que literalmente quieren para ellos)- les ha servido como diagnóstico para demostrar lo que todos sabemos: en materia educativa el Estado está rebasado. Ante un sistema educativo absolutamente rebasado como es el mexicano, sin duda un modelo de escuela concertada podría traer grandes beneficios sociales. Pero en una estructura grotescamente corrupta como la que medio sostiene a nuestras instituciones, esa transición es muy peligrosa. Son millones y millones de pesos los que puede significar este “negocio” para una organización que se embolse la “concesión” de unas cuantas escuelas. Cierto que hoy muchas escuelas de sostenimiento particular -no todas, por supuesto- ya lucran más allá de lo legítimo con la educación. Pero el dinero que se mueve ahí es completamente privado. En un modelo de escuela concertada hablamos de dinero público, el asunto es claramente distinto.Sin un modelo que garantice absoluta transparencia en la gestión de escuelas concertadas, estaríamos a las puertas de una nueva “estafa maestra”. Remato dejando una liga a lo que escribí en septiembre de 2013 cuando se ponía en marcha la dichosa “reforma”. Han pasado unos años; el escenario no es muy distinto y mis conclusiones siguen en la misma línea: seguimos sin apostar en serio a la formación de maestras y maestros, seguimos atorados creyendo que los exámenes representan los “logros” y aprendizajes de los estudiantes y seguimos sin cambiar las anquilosadas estructuras burocráticas que nos atan al pasado. No todas las reflexiones de Mexicanos Primero son malas y muchas podrían ayudarnos a cambiar las cosas, pero la solución no está en entregarles a ellos la educación de este país. Más lejos todavía: parece la solución auténtica no pasa ni siquiera por las aulas, pues gane quien gane seguirá usando el sistema educativo como botín y rehén. Pienso que la revolución educativa que necesitamos tendrá que venir desde afuera, desde los márgenes. Por lo pronto, desde esos márgenes convendría desmontar el ridículo mensaje con el que insisten en decirnos lo que debemos pensar y sentir de cara a esta elección. Elige lo que quieras, pero elige tú. PD. Muchos califican y calificarán de absurdo mi dicho. Ojalá me equivoque, pero por si acaso, guardemos este texto y su fecha. Espero que si es necesario desempolvarlo más adelante, sea para reconocer que me equivoqué.