Con ese juego de ideas en mente, mantuve vivo este espacio durante varios meses. Sin embargo, cuando el tiempo destinado a la reflexión se redujo y las obligaciones laborales aumentaron, el ritmo de publicación se fue mermando y quedaron solo algunas expresiones esporádicas, circunstanciales.
A pesar del abandono, con frecuencia construyo en mi deformado cerebro algunas ideas que me gustaría compartir con otros maestros. Así fue que hace un tiempo me animé a abrir una cuenta en Twitter para compartir ideas sin tener que comprometerme con la formalidad de una entrada. El experimento no logró cuajar del todo, pues tampoco encontré el tiempo suficiente para las ideas en 140 caracteres. Poco más de medio centenar de seguidores he conseguido articular en esa red, que a ratos intento recuperar.
En las últimas semanas han sido varios incidentes los que me han hecho planear el regreso de este blog; listo algunas: las visitas frecuentes de proveedores que llegan al colegio donde trabajo ofreciendo "nuevas soluciones" que "transformarán" nuestra manera de enseñar y la manera de aprender de los niños; el lanzamiento de una empresa que, echando la casa por la ventana, nos reunió a cientos de directores de escuelas en una presentación que resumen claramente la tragedia de nuestro sistema educativo y su enfermiza relación con el mundo editorial; la lectura de un par de libros que me ha llevado a reformularme ciertas ideas y reforzar otras tantas; la experiencia de vivir procesos educativos poco ordinarios en lo que he llamado el refugio ecológico de mi madre, donde hemos celebrado la vida en oposición a los múltiples procesos destructivos en los que este mundo vive inmerso; la patética difusión de spots en los que el gobierno mexicano celebra que nuestro sistema educativo ha cambiado casi por arte de magia, con la promulgación de una reforma educativa que aún está lejos de dar sus primeros frutos...
En fin, temas sobran. Y lo que no he encontrado es tiempo para pensar en voz alta, como me gusta hacerlo. Pensar en voz alta para contrastar, para encontrar eco pero también para someter a duda lo que pienso. Para generar diálogos.
Esta semana una colega —docente comprometida a la que tuve el gusto de conocer hace un par de años a través de Twitter— incluyó en su blog una referencia a DeFormación Docente, nominándole al Liebster Award 11, uno de esos premios que las comunidades blogueras inventan de pronto formando cadenas que ayudan a la difusión de blogs que no han conseguido un gran alcance, pero que por alguna razón se consideran merecedores de alguna atención. A decir de Sandra, este blog merecería ser contemplado en los radares de algunos de ustedes. No sé si su apreciación sea justa, pero sí sé que su inclusión me ha llevado a plantearme una vez más —quizá ahora más en serio que otras— la necesidad de recuperar este blog. En atención a ello, declaro este receso de primavera el momento perfecto para el resurgimiento, con mayor consistencia, de DeFormación Docente.
Bienvenida y bienvenido aquel que quiera acompañarme.