(Texto elaborado para el editorial de la publicación institucional Exploradores Monclair, Mayo-Junio 2015)
Educar es una tarea de construcción permanente, inagotable. Se dice con frecuencia que es una misión que corresponde de forma esencial a los padres, a la familia; sin embargo, es evidente que en una sociedad compleja y diversa esa tarea sucede también a través de otras instituciones, formales e informales. Es conocido un adagio africano según el cual para educar a un niño es necesaria una aldea entera. En el contexto “occidental”, donde el individualismo alcanza casi todas las dimensiones de la vida, la idea de una aldea que educa puede sonar incómoda, pero valdría la pena reflexionar sobre sus implicaciones: no educamos solos, aislados.
Hoy vivimos en una compleja aldea global. Quizá siempre lo hemos estado en cierta medida, pero nunca antes había resultado tan evidente. Antes compartíamos un planeta, un medio natural, sin ser plenamente conscientes de las repercusiones que podía tener una acción en el resto del globo. Hoy la tecnología nos conecta y hace evidente que ningún acontecimiento esté aislado, todo repercute en otro lado, queramos o no. Compartimos ya no solo el aire que respiramos o el sol que nos alumbra: fluyen entre nosotros ideas, cultura, creencias.
La aldea en la que educamos hoy es mucho más compleja y educar juntos es un reto que demanda mayor conciencia. Creer que educamos solos al interior de nuestra familia puede resultar más fácil, pues por momentos parece que todo está bajo nuestro control. Pero tarde o temprano salimos a las calles o encendemos una computadora y el resto de la aldea se manifiesta.
Educar en nuestra aldea global demanda colaboración, reconocimiento de la diversidad, arraigo de las convicciones personales en un marco de respeto a los derechos universales. Cada familia procurará transmitir su propia cultura, pero no va sola en esta aventura: necesita encontrar en otros –en la escuela, por ejemplo– aliados con los cuales colaborar para lograr que sus hijos encuentren cada día mejores formas de estar en el mundo, para ellos mismos y para los otros.