Tenía que verla antes de opinar al respecto. Y finalmente lo
logré. Como esperaba, desde el primer minuto aparecieron en la pantallas (o en
este caso, a través de las bocinas) pautas para reflexionar y debatir. Me pase
la película entera tomando apuntes. ¿Una entrada breve para el blog? Imposible.
Es tanto lo que me siento obligado a compartir después de ver el documental
dirigido por Juan Carlos Rulfo y codirigido por Carlos Loret de Mola. Necesito
sentarme con calma, ordenar las ideas, estructurar un documento que me permita
poner en diálogo las reflexiones. Eso me tomará un poco de tiempo. Mientras,
amigos y colegas me piden una opinión sobre la película. Para ellas y ellos,
sintetizo aquí mis conclusiones, aunque admito que hará falta colocar sobre la
mesa algunos argumentos que las sustenten, cuestión que me propongo para el
transcurso de la semana.
Como punto de partida, recurro a la trillada fórmula de lo bueno, lo malo y
lo peor. Primero: es bueno que el tema de la educación en nuestro país se
coloque en la mesa de debate público, apelando a todos sus protagonistas; bueno
es también que un trabajo documental mexicano convoque a tantos a las salas de
cine. Punto.
Lo malo, es que el debate se genere a partir de una serie de
premisas que van del cliché al reduccionismo y de regreso. En una sociedad
acostumbrada a opinar de todo como si se fuera poseedor de la verdad, esto es
delicado. Nos encanta jugar al experto: lo hacemos casi todos sobre el futbol
cuando juega el equipo nacional o hablando de cina cuando se entregan premios
de gran renombre: somos expertos en hacernos pasar por expertos. Ya escucho a
tantos defendiendo (o denostando) las afirmaciones de Loret en la cinta, cual
doctos en la materia que simplemente repiten y reformulan lo que oyeron,
agregando una pizca de anécdotas personales que supuestamente deberían
servirnos al resto para convencernos de lo que sea.
Lo peor está por venir: que nos quedemos con la convicción
de haber comprendido la complejidad del problema educativo en México y no
alcancemos a ver lo que mueve a un documental de esta naturaleza. Porque aunque
lo narra Loret y lo fotografía (en lo fundamental) Rulfo, en realidad transmite
un mensaje de Mexicanos Primero, una asociación cuyo interés en la educación va
más allá de promover la deliberación sobre el particular. Sigue el dinero, reza
un conocido adagio al que solemos hacer poco caso cuando nos ciega la
irracionalidad emotivista.
He prometido mis argumentos para después. Lo reitero. Agrego
por lo pronto algunas conclusiones particulares en relación con lo que he
escuchado y leído en medios sobre De Panzazo.
Dice Loret de Mola que entregando cámaras a un grupo de
adolescentes, los realizadores consiguen mostrar la escuela “tal cual es”;
afirma insistentemente en entrevistas que la cinta muestra el punto de vista de
los estudiantes. Sí, pero a medias. En el fondo, difiero ampliamente. De
panzazo muestra un punto de vista particular, legítimo sin duda. No sé si sea
el punto de vista del cineasta o del reportero, pero sin duda es el de la
asociación que produce la película. Defender una supuesta “objetividad” en la
narrativa solo porque los chicos hicieron un buen trabajo de levantamiento de
material me parece insostenible.
Dicen representantes del Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación (y muchos maestros con ellos), que la película denigra al
maestro, que acaba con la poca reputación que le queda. Difiero. Creo que la
cinta muestra evidencias de lo que todos sabemos acerca de algunos malos
maestros, pero en general no encuentro una intención de descalificar al gremio.
Encuentro, eso sí, una intención muy clara de descalificar al Sindicato como
estructura y a su lideresa con especial énfasis.
(Creo, también, que el tema del docente es tratado con
ambigüedad y merece mucha más atención. Será en este tema en el que centraré
buena parte de un segundo comentario sobre el tema en el transcurso de la
semana.)
De Panzazo pasa, pero en mi perspectiva no alcanza una buena
nota. Pasa de panzazo particularmente porque, en la tradición de nuestro paupérrimo
periodismo inmediatista y orientado a los efectos, muestra todo por encimita,
evidenciando incluso las carencias de nuestro aparato crítico para la
deliberación democrática. Lejos de lo que muchos esperaríamos de un buen
trabajo documental de estas características, la película de Mexicanos Primero
se orienta a abarcar mucho profundizando poco. Signo de nuestros tiempos, me
queda claro. El problema es que al soltar cifras descontextualizadas,
distribuir testimonios en una estructura narrativa efectista y enfatizando
declaraciones atractivas desde el punto de vista meramente mediático, deja
escapar una oportunidad dorada para ayudarnos a reflexionar sobre un tema que
ciertamente nos convoca a todos.
En este sentido, el defecto más grande de la película tiene
nombre y apellido: Carlos Loret de Mola. Si me permitieran realizar un corte a
la cinta a partir del material proyectado en las salas, dos momentos
desaparecerían de inmediato. Uno, una insoportable secuencia de tomas en las
que Loret juega a lucirse en las cámaras como un periodista que quiere entrar a
oficinas gubernamentales a conseguir “un datito”. ¿Así consigue sus
entrevistas? ¿El legítimo jugar así cuando estás presentando un trabajo que
supuestamente documenta la realidad? Creo que el público no merece ese trato.
El segundo momento que borraría es el audio con la voz del periodista que abre
la película, afirmando que lo que veremos es “muy duro” y que “ha permanecido
escondido por años”, porque existe “gente muy poderosa” que “no ha querido que
se sepa”. Y remata: “se va a saber”. Esperé 80 minutos ver eso que ha estado
escondido y nunca apareció. Vi, eso sí, una serie de lugares comunes que muchos
llevamos años analizando, estudiando y tratando de cambiar. Y nada más.
Supongo que no llegamos al fondo porque mucha de esa gente poderosa tiene intereses en la película. Es más,
me atrevo a afirmar que detrás de esta película hay gente muy poderosa con un interés
que hasta ahora permanece escondido. Pero no tarda en aparecer.
Con todo, creo que es bueno ver De Panzazo. No para creer que con eso ya comprendimos el problema de la educación en este País, sino para jugar con ella como punto de partida para pensar el tema en serio y actuar de consecuencia.
2 comentarios:
Interesante el análisis que haces. Aún no he visto el Documental, y por eso también he estado al margen de la discusión de fondo, porque faltan elementos. Sin duda hasta ahora, creo que es interesante que Mexicanos Primero con iniciativas como ésta, ponga la educación como tema de debate sobre la mesa, sin embargo, serán (seremos) otros los que tomen esto como una oportunidad para debatir desde el fondo y desde la estructura, cuáles son los grandes obstáculos y acciones a realizar para transformar la educación en México, a partir de todos los actores involucrados.
En fin, espero verla pronto para entrarle a a la discusión.
La parte buena del ejercicio de documentar la realidad es el creciente interés del público por este tipo de cine. Aunque como dices, resalta nuestro afán opinionista al menos es bueno poner a pensar a la gente un rato. Por supuesto, el tema daría para mucho más y el tono de "vamos a develar la verdad absoluta" me parece muy pretencioso. Con todo, creo que es una película que todos debemos ver. Ya veremos qué más traman los de Mexicanos Primero.
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